Fueron a empezar aunque fuera desde cero,
recordando cada paso, caminando hasta el cielo,
fueron a volver a mirar con ojos nuevos,
a decir que se amaban, a sentirse otra vez llenos,
a tratarse como nadie los trató este frío invierno,
a reírse… de cada miedo.
Tenían voz muy dulce y agradable corazón
y bondad tan prodigiosa que embargó mi distracción
pa’ centrarme en una cosa en su humilde voz.
Eran maestros del amor.
Así voy a recordar cuando no pusieron frenos,
cuando el paso a paso era con zancadas y corriendo.
Cuando un día por sorpresa les salía un «te quiero»
y un «si me muero… aún te espero».
Aquí esperan cada día
un «por si acaso un día volvemos»
a pasar el día mirando
a la carne y a los huesos
que un día se transformaron,
fueron mucho más que eso,
fueron alma,… fueron sueños…
…
¡Sueños cumplidos!, …
¡sueños soñados!, …
¡y los vivieron!, …
¡no recordaron!, …
¡porque cumplieron!, …
¡todos los sueños!, …
¡en esta vida!, …
¡en ese encuentro!
Encuentro que sucede en escapada del amor,
encuentro que los une solo si huyen ellos dos,
reuniéndose en el sitio que al principio acogió
a dos almas bondadosas en el ring de un boxeador,
no supieron ver los palos que muy fuerte les pegó,
no supieron ver que ambos veían el mismo color,
color rojo de la sangre,
pero 1verte de la vida,
la esperanza un día se pierde
y se queda aburrida
esperando a ver quien pierde
si la muerte comedida
(que al vivir mal los demuele)
o la vida derruida.
Con cada rencor cobarde,
con cada dolor siniestro,
con las gotas de la sangre
se tendrá en cuenta al recuerdo.
Que el dolor no los espante,
no tomen camino izquierdo,
el amor de estos amantes
nunca estuvo en desacuerdo.
Si algo sale mal no se esfumarían,
si no se van al mar no se desplomarían.
Intencionadamente no se lastimarían,
darían pasos al frente y se aproximarían
a tratarse como nadie los trató en esta vida,
a reírse de los rotos y de todas las heridas,
a matarse con los besos como tristes homicidas,
a besarse con la muerte al huir de las huidas,
a dejarse amar completos, disfrutar las embestidas,
a rozarse con las manos cuando estaban desvestidas,
a *ambullirse entre las aguas antes que estén pervertidas,
a cariciarse ambos pelos cuando aún ambos dormían,
a batir la abatida que abatió con la roída,
a sesinar cada miedo a buscar una salida,
a escapar con sentimientos que aún están estampida,
a dejar atrás los pasos que eran camino de ida,
a volverse a hilar de nuevo ambas almas descosidas,
a coserlas con cuidado por si alguna se deshila,
a dejarlas que las lleve la marea desmarrida,
porque solo la marea sabía bien a donde iban,
porque ya solo nos quedan 2dos palabras compungidas,
porque ya solo nos queda una rabia sostenida,
no dejemos que la muerte salga heróica y presumida,
no colguemos más medallas a una furia inmerecida,
que el corazón más se sangra por amantes incompletos
¡Por los que un día volvieron y jamás se deshicieron
con el verte esperanza
que nunca más… 3calleron!
Con el verte esperanza…
que nunca más… calleron.
1. Dos palabras: Refiere a la canción «Dos palabras» de P. López.|2. Verte de la vida: Verde esperanza.|3. Calleron: Callarse/caerse (cayeron).|*. Ambullirse: Zambullirse.
José Daniel Martínez es un músico, escritor y modelo murciano, además de profesor de Literatura y teórico en Lingüística. Nació en Alcantarilla, Murcia en 1996 y desde muy joven mostró su interés por la música. A los 14 años empezó a tocar la guitarra y a cantar en bandas de rock.