Nadie te puede quitar tu derecho a amar

Lo intentaron desorientar para ver

si andaba de la mano de quién no quiso.

Amó a una persona concreta.

En las noches, a las lunas iguales

las señalaba con el mismo dedo,

las pronunciaba siempre con el mismo nombre.

Él le decía a ella que ella era poesía

y pensó, aunque nunca lo habló

que sería inútil decirlo

porque ella ya lo sabría,

lo que no sabría es que era su poema favorito.

Su poema favorito se quedó inconcluso,
con una coma final y sin un solo punto,

todo de seguido y otras comas finales.

Por su vicio de poeta intentó darle métrica,

y decidió no acabarlo,

pues una poesía le pudo no gustar a ratos

pero ese poema era lo mejor que le había

pasado. Le gustaba siempre, lo leía exacto.

Siguió escribiéndolo y creando una bella historia,

nadie lo apoyó, y todo el mundo estuvo en contra,

el mundo, los planetas, el universo y la galaxia.

Quizá estuvo de acuerdo su poesía infinita

mientras los astros compaginados

se decidieron por el color negro.

Total, ya lo hicieron con la noche,

era de esperar que lo hicieran con

la rubia día.

La quiso, ella también lo quería,

o eso al menos se dijo

cuando aún se poesían.

Cuando negra distancia

lo separó de la luna,

de la que estaba de su parte,

nada le pudo quitar su derecho a amar,

de hecho, fue un derecho inevitable.

Entonces todos los astros estuvieron de acuerdo

en que debería morir en absoluta miseria,

entonces la muerte en vida acechaba a su puerta,

entonces habló con la muerte, contraria al amor,

contraria a la vida.

La muerte le explicó que no debía de amar a quien quería,

él le explicó que había que querer a quien amaría.

No sé qué más paso, o hasta aquí puedo contar,

bueno si, también sé que la muerte se lo quiso llevar,

él se la apartó, quizá no lo quería matar,

lo trasportó a un mar oscuro, muchas nubes

mar de ceniza,

del susto que el cuerpo le recorrió

no la quiso ver jamás. ¿A quién?

Así fue como él ejerció su derecho,

y desde entonces solo tuvo un enemigo.

—Ya nos veremos, amigo.

—No, si Dios quiere.

No quiso ver jamás a la muerte,

no quiso ser ceniza.

,
 Poemas
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Autor: José Daniel Martínez

José Daniel Martínez es un músico, escritor y modelo murciano, además de profesor de Literatura y teórico en Lingüística. Nació en Alcantarilla, Murcia en 1996 y desde muy joven mostró su interés por la música. A los 14 años empezó a tocar la guitarra y a cantar en bandas de rock.

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