Lo que ayer era mar,
hoy es un charco de sangre,
lo que ayer era paz,
hoy es guerra infinita,
lo que ayer era quiero,
hoy es odio,
lo que ayer era
hoy no es.
Y el sufrido de no ser
hará que cuando sea…
nada vuelva a ser como fue:
ya no habrá mar,
habrá océano de mar,
ya no habrá paz,
habrá mar que eso,
ya no habrá amor,
habrá amar que eso.
Pero habrá algo que no habrá…
y es… el no temor al miedo… que
gota a gota de mar de sangre…
se metió en cada vena.
Será el mismo miedo infinito
el que sangrará un grito rojo
que con su fluido pervertirá
todo lo bueno que pudo haber,
como al perro al que apalearon
volverá la guerra y el dolor
y el grito no dejará de ser
aunque el motivo se vaya,
el mismo dolor se conservará
y jamás habrá esperanza hasta
que un día la buena muerte
acabe con el rojo para pintarlo
de negro.
Al color lo consumirán los gusanos
y toda la pintura física no valdrá de nada,
los buenos actos tampoco porque un día
se perdió la esperanza.
Y en el epitafo pondrá:
Aquí yacen los restos de un desesperanzado
que siempre vivió fácil y el mundo lo premió,
aquí yace el cuerpo, que no el alma,
de quien se rindió ante la desventura.
Y no murió de tristeza… ni de gozo… ni de nada…,
no murió porque jamás vivió,
tanto fue así que ni lo reconoció Dios.
No fue feliz porque tampoco aspiró a ello,
si alguna vez arriesgo no fue la decisiva,
puede lamentarse durante su muerte,
de hecho, esa sería su continuación.
En la tumba de la vida se retorció de dolor,
por su condición de persona, eligió la prohibida,
buscó entre todas las frutas y eligió la pasión,
la esperanza de la vida, la melificación y el placer
mezclado con el sosiego y mesura de lo natural
de lo que sucede tal y como tiene que suceder.
Volvió la mar, la paz y el amar,
dos cuerpos y una sola alma,
la misma que la primera vez,
las olas calmadas esperaban
hasta que llegaban a la orilla,
allí rompían arrasando la paz,
pero la paz volvía al mismo mar
cuando era otra ola incesante
la que se aproximaba a la orilla
y allí la paz rompía pero el amar
jamás dejaba de suceder.
José Daniel Martínez es un músico, escritor y modelo murciano, además de profesor de Literatura y teórico en Lingüística. Nació en Alcantarilla, Murcia en 1996 y desde muy joven mostró su interés por la música. A los 14 años empezó a tocar la guitarra y a cantar en bandas de rock.