Los días

No tengo trampa ni cartón,

soy transparente como el agua,

suave como blanco algodón.

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Frágil, porque la carne es frágil,

delicado, porque me rompí

con algo que nadie se rompió.

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No tengo mentiras ni engaños,

 voy a corazón abierto,

acumulando polvo

y dejando que me lancen

chinchetas, puñales y clavos

al pecho.

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Sangrando, mi corazón maltrecho

sigue teniendo deseos y sueños.

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Cuanto antes se paren

(los deseos, sueños y el corazón)

antes quedarán satisfechos.

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¿Quienes quedarán satisfechos?

Quienes lanzaron puñales al corazón

y ahora ven como se desangra,

latiendo en el exterior.

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Y yo aún oculto, sin mostrar dolor,

(con la cara apática de cuando te apuñalan

y todavía del puñal no tienes sensación)

todas las manos que me matan,

aunque son concretamente dos.

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Una, la de su ausencia,

dos, la de su amor.

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No siento otras manos

que me matan

porque me río

de sus daños

en comparación.

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Amor que derrama una sangre

pura, casi siempre de dolor,

pero cuando es de rojo placer

el mundo encuentra su sentido

en unos ojos y en una voz,

claros y suave cada cual,

configurando mis latidos

y haciendo que lo sufrido

sea un deleite pasional

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del que solo puedo decir

que desconozco su resolución,

la del mundo,

la de ella no.

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Ella resolucionó qué amor quería,

y amor tendrá por una u otra vía,

mas yo, que no tengo amor del bueno,

asumí que podría tener luna media,

que solo tendría que adaptarme

y ver que la llena era la misma luna,

que para que la luna esté completa

tienen que pasar muchos soles,

los días.

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Y a quienes me odiaron,

a quienes me maldijeron,

a quienes me equivocaron,

y que me equivocaba pensaron,

a quienes me lanzaron puñales…

les devolveré besos.

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Y a esas tiernas manos

devolveré besos,

aunque sea en sueños…

sueños que se confunden…

con el *futuro…. incierto.

*Futuro… incierto: futuro desconocido; futuro por descubrir.