Suelen darse la distinción de adultos
para justificar erróneamente su madurez.
La madurez es ser eternamente niño,
tener alma joven pero intentar cambiar
todo lo malo a por bondad,
debido a que conforme crecen
los adultos acumulan maldad.
¿Quién se atrevió a despreciar tu prosa altiva?
¿Quién se atrevió a desviarte del buen camino?
Fue «mi heredad»,
dilo rápido,
porque… huele mal.
Personas que en alarde de madurez demuestran
desconocer que un arte no vale más que otro
y que, probablemente, la mayor obra que
ellos hayan producido sea la de atacar
con serenidad y calma profundas
a todos los sueños que son
lo que ellos quisieron ser.
Mi verso libre les provocaría un infarto,
por desajustarme de sus formas carcelarias,
mi música una vez les provocó asco,
mientras que el mismo día en la calle
aplausos, y la camiseta me arrancaban.
Cuando tenía talento y no tenía técnica,
ellos se esforzaron porque no aprendiera,
cuando adquirí la técnica y ofrecí talento,
ellos despreciaron algo muy valioso,
ellos despreciaron mi arte, sin excepción,
y cuando hice nuevas obras, fueron las otras
las que valoraron.
El arte es igualmente válido para todos,
centrarse en un público es comercializarte,
no es malo el comercio, es malo cambiarte,
aún no ha cambiado, que no cambie tu arte
por comentarios inoportunos
que pretenden limitarte.
El arte que es más aplaudido
no tiene que ver con su calidad,
tiene que ver con el público,
es él quien lo valorará, y
aunque valido sea, puede o no gustarte,
pero cuando está tan bien hecho
como el tuyo, es imposible no deleitarte.
José Daniel Martínez es un músico, escritor y modelo murciano, además de profesor de Literatura y teórico en Lingüística. Nació en Alcantarilla, Murcia en 1996 y desde muy joven mostró su interés por la música. A los 14 años empezó a tocar la guitarra y a cantar en bandas de rock.